El promotor de justicia de la Congregación vaticana para la Doctrina de la Fe (algo así como el fiscal vaticano para la pedofilia), Charles J. Scicluna, ha afirmado en una entrevista que las denuncias contra sacerdotes implicados en casos de abusos sexuales asciende a 3.000 en los últimos 10 años.
El prelado maltés dijo que el Papa había asumido la "dolorsa responsabilidad" de decidir personalmente la expulsión de estos sacerdotes implicados en "casos especialmente graves, con pruebas de peso." Esos casos ascendían a un 10 por ciento de las 3.000 denúncias tramitadas por el Vaticano, lo que Scicluna ha descrito como una pequeña fracción de los 400.000 sacerdotes que hay en todo el mundo, y que abarcan crímenes cometidos en los últimos 50 años.
El religioso maltés explica que si un sacerdote es acusado de un "delictum gravius" el obispo de su diócesis tiene la obligación de investigar y después referirlo a la Congregación para la Doctrina de la Fe, en la que en 2003 y 2004 se recibió una "avalancha" de casos. "Muchos procedían de Estados Unidos y se referían al pasado. En los últimos años, gracias a Dios, el fenómeno se ha reducido mucho", afirma Scicluna.
Según Scicluna, el 60% de los casos entre 2001 y 2010 son "actos de 'efebofilia', es decir, debidos a la atracción sexual por adolescentes del mismo sexo; el otro 30% son relaciones heterosexuales y, el 10 por ciento restante, actos de pederastia verdadera y propia, determinados por atracción sexual hacia niños impúberes".
"Los casos de sacerdotes acusados de pederastia verdadera y propia son, entonces, unos 300 en nueve años. Son siempre demasiados, es indudable, pero hay que reconocer que el fenómeno no está tan difundido como se pretende", afirma el promotor de Justicia vaticano. De entre esos 3.000 casos de acusación, el 20% dieron lugar al desarrollo de un proceso penal o administrativo, mientras que en el 60% no hubo proceso, sobre todo, "debido a la edad avanzada de los acusados", dice Scicluna, aunque se derivaron contra ellos normas disciplinarias.
Estas declaraciones al periódico 'Avvenire' se enmarcan en la campaña iniciada por el Vaticano este sábado en defensa del Papa Benedicto XVI, al desestimar las sugerencias de que el Sumo Pontífice había intentado encubrir el abuso sexual a niños por parte de sacerdotes en Alemania.
"Está bastante claro que en los últimas días ha habido gente que ha investigado, con una tenacidad notable en Ratisbona y Múnich, en busca de elementos para implicar al Santo Padre en el tema de los abusos", dijo el portavoz del Vaticano, el padre Federico Lombardi en la Radio Vaticana.
"Para cualquier observador objetivo, está claro que esos intentos han fracasado", agregó. La antigua diócesis del Papa en Bavaria dijo el viernes que estuvo implicado en una decisión en 1980 para trasladar a un sacerdote que era sospechoso de abuso a menores.
El pontífice -en aquel entonces Joseph Ratzinger- acordó conjuntamente con el sacerdote que fuera a terapia en una rectoría en la diócesis de Múnich y Freising, donde fue arzobispo desde 1977 a 1981. Pero en vez de enviar al sacerdote a terapia como se había acordado, el entonces vicario general de la diócesis, Gerhard Gruber, lo asignó a una parroquia en Múnich sin restricciones. Gruber tomó responsabilidad completa por la decisión, según dijo la diócesis.
El viernes, el jefe de la Iglesia Católica alemana informó a la prensa sobre la situación en Alemania, donde han surgido más de 100 informes de abuso en instituciones católicas, incluyendo uno que ligaba al prestigioso coro de Ratisbona, dirigido por el hermano del Papa desde 1964 a 1994.
Ante las críticas a Benedicto XVI por no haber hecho más durante su carrera para detener los abusos, el corredor de apuestas irlandés Paddy Power aumentó el viernes las posibilidades de una renuncia de Benedicto XVI a 3 a 1, desde 12 a 1, tras una "cascada de apuestas".
El Vaticano defendió vigorosamente al Pontífice el sábado, con las palabras de Lombardi acompañando una entrevista separada al fiscal oficial de la Santa Sede, o "promotor de justicia". Monseñor Charles. J. Scicluna dijo al diario de los obispos italianos Avvenire que las acusaciones de que el Papa había ayudado a encubrir abusos eran "falsas y calumniosas".
Lombardi dijo que la legislación canónica de la Iglesia para controlar y castigar el abuso no creaba las condiciones para ningún encubrimiento siendo, por el contrario, vigorosa y severa. "Es correcto recordar que todo esto fue establecido por el cardenal Ratzinger cuando era prefecto de la Congregación", dijo Lombardi. "Su línea ha sido siempre de rigor y consistencia en lidiar aun las situaciones más difíciles", agregó.
domingo, 14 de marzo de 2010
Pederastia cuando el Papa era obispo de Múnich
Un cura alemán con antecedentes de abusos sexuales contra menores fue asignado a la comunidad local de la Iglesia de Múnich en 1980, cuando el actual Papa, Joseph Ratzinger, era obispo de la ciudad. La noticia se publica en el diario Sueddeutsche Zeitung y que afecta a Benedicto XVI en el escándalo de pedofilia que azota a la Iglesia católica.
El portavoz vaticano, Federico Lombardi, intentó minimizar el alcance de la revelación y explicó que aunque el episodio existió y fue un error, el entonces vicario de Múnich, Gerhard Gruber, que tiene 81 años, ha asumido la plena y exclusiva responsabilidad de aquella decisión.
El sacerdote, cuenta el diario alemán, había obligado a un menor de 11 años a practicarle sexo oral, y fue trasladado desde Essen a Baviera cuando Ratzinger, que fue obispo de Múnich entre 1978 y 1981, era el teórico responsable de asignar las misiones y ordenar los traslados de los curas. En Baviera, el cura se entregó a nuevas violencias pedófilas y nunca fue denunciado por la Iglesia a la justicia civil, ni tampoco apartado de su cargo pues sigue ejerciendo el sacerdocio.
La noticia contribuirá sin duda a aumentar la tormenta que vive la Iglesia católica ante las crecientes relevaciones de cientos de abusos cometidos por media Europa. Ayer mismo, el Vaticano vivió una jornada de enorme tensión, con la visita a Roma del jefe de la Iglesia alemana, Robert Zollitsch.
Satisfacer a las víctimas
El presidente de la Conferencia Episcopal Alemana (CEA) se reunió durante 45 minutos con el Papa tras entrevistarse con los responsables de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y luego dio la cara ante unos 50 periodistas. El arzobispo de Friburgo y líder de los obispos alemanes leyó una solemne declaración en la que pidió perdón por los abusos y reveló que el Papa había animado a su Iglesia a "seguir adelante con decisión y valentía en la tarea de descubrir toda la verdad, sin lagunas y por antigua que ésta sea, para satisfacer los derechos de las víctimas".
Zollitsch aseguró que el Vaticano mantendrá una línea dura y de transparencia total ante la pedofilia, y reveló que el ex Santo Oficio está reuniendo toda la información de los abusos y estudia endurecer en breve sus normas internas para aumentar la prevención y la colaboración con las instancias civiles.
Entre otras medidas, la Santa Sede denunciará a los sospechosos de abusos a la justicia ordinaria, siempre que las víctimas no se opongan, y permitirá que los procesos civiles sean independientes de las causas canónicas, un novedoso movimiento aplicado ya de forma incipiente en Irlanda, Austria y Alemania.
"Benedicto XVI ha recibido con gran malestar y profunda conmoción nuestro informe sobre los horribles casos de violencia registrados en el país", contó Zollitsch, "y ha respaldado nuestra actuación y el catálogo de normas que hemos puesto en marcha para afrontar los abusos a menores".
"No habrá disimulos ni ocultamientos", enfatizó el jerarca alemán. "Ya hemos apoyado las investigaciones penales, e invitamos a todas las víctimas, no solo a las de abusos cometidos por curas, a presentarse y denunciar. Informaremos a las autoridades judiciales cuando haya sospechas, y se abrirán dos procesos, uno penal y otro canónico. Serán ámbitos independientes, separados, y el estatal no estará subordinado al canónico. Incluso si la justicia de la Iglesia resuelve la inocencia de un acusado, no interferiremos en el proceso penal", prometió.
Las normas aprobadas el pasado 25 de febrero por la CEA refuerzan las medidas que la Iglesia alemana tomó en 2002. Según Zolltisch, solo Austria y Alemania han puesto en práctica ese protocolo que tiene como modelo la experiencia irlandesa y que debería ser, según dijo, la base del nuevo código interno en preparación.
El portavoz vaticano, Federico Lombardi, intentó minimizar el alcance de la revelación y explicó que aunque el episodio existió y fue un error, el entonces vicario de Múnich, Gerhard Gruber, que tiene 81 años, ha asumido la plena y exclusiva responsabilidad de aquella decisión.
El sacerdote, cuenta el diario alemán, había obligado a un menor de 11 años a practicarle sexo oral, y fue trasladado desde Essen a Baviera cuando Ratzinger, que fue obispo de Múnich entre 1978 y 1981, era el teórico responsable de asignar las misiones y ordenar los traslados de los curas. En Baviera, el cura se entregó a nuevas violencias pedófilas y nunca fue denunciado por la Iglesia a la justicia civil, ni tampoco apartado de su cargo pues sigue ejerciendo el sacerdocio.
La noticia contribuirá sin duda a aumentar la tormenta que vive la Iglesia católica ante las crecientes relevaciones de cientos de abusos cometidos por media Europa. Ayer mismo, el Vaticano vivió una jornada de enorme tensión, con la visita a Roma del jefe de la Iglesia alemana, Robert Zollitsch.
Satisfacer a las víctimas
El presidente de la Conferencia Episcopal Alemana (CEA) se reunió durante 45 minutos con el Papa tras entrevistarse con los responsables de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y luego dio la cara ante unos 50 periodistas. El arzobispo de Friburgo y líder de los obispos alemanes leyó una solemne declaración en la que pidió perdón por los abusos y reveló que el Papa había animado a su Iglesia a "seguir adelante con decisión y valentía en la tarea de descubrir toda la verdad, sin lagunas y por antigua que ésta sea, para satisfacer los derechos de las víctimas".
Zollitsch aseguró que el Vaticano mantendrá una línea dura y de transparencia total ante la pedofilia, y reveló que el ex Santo Oficio está reuniendo toda la información de los abusos y estudia endurecer en breve sus normas internas para aumentar la prevención y la colaboración con las instancias civiles.
Entre otras medidas, la Santa Sede denunciará a los sospechosos de abusos a la justicia ordinaria, siempre que las víctimas no se opongan, y permitirá que los procesos civiles sean independientes de las causas canónicas, un novedoso movimiento aplicado ya de forma incipiente en Irlanda, Austria y Alemania.
"Benedicto XVI ha recibido con gran malestar y profunda conmoción nuestro informe sobre los horribles casos de violencia registrados en el país", contó Zollitsch, "y ha respaldado nuestra actuación y el catálogo de normas que hemos puesto en marcha para afrontar los abusos a menores".
"No habrá disimulos ni ocultamientos", enfatizó el jerarca alemán. "Ya hemos apoyado las investigaciones penales, e invitamos a todas las víctimas, no solo a las de abusos cometidos por curas, a presentarse y denunciar. Informaremos a las autoridades judiciales cuando haya sospechas, y se abrirán dos procesos, uno penal y otro canónico. Serán ámbitos independientes, separados, y el estatal no estará subordinado al canónico. Incluso si la justicia de la Iglesia resuelve la inocencia de un acusado, no interferiremos en el proceso penal", prometió.
Las normas aprobadas el pasado 25 de febrero por la CEA refuerzan las medidas que la Iglesia alemana tomó en 2002. Según Zolltisch, solo Austria y Alemania han puesto en práctica ese protocolo que tiene como modelo la experiencia irlandesa y que debería ser, según dijo, la base del nuevo código interno en preparación.
El error Ratzinger se agiganta...
El periódico, EL PAIS publico esta noticia hace un año:
No se apaga el tam tam de los tambores. Tras su periplo africano y la encendida polémica sobre el sida y los preservativos, afirmar que Joseph Ratzinger es un papa cada vez más cuestionado es una obviedad. Fuera de la Iglesia, no cesan las críticas y los ataques. En Francia y Alemania, las encuestas entre católicos registran ya la palabra "dimisión", y Gobiernos, ciudadanos y ONG dejan ver su abierto descontento. Dentro del Vaticano, las cosas están igual. O peor. El Papa alemán fue elegido por los cardenales por su alta inteligencia. Pero, como dice el veterano vaticanista y escritor Giancarlo Zizola, "estos primeros cuatro años de papado sugieren que, por mucho que su inteligencia sea finísima, no le llega para gobernar la Iglesia".
"Ratzinger es un prisionero de la curia, vive en una especie de Aviñón en patria, alejado de los episcopados nacionales, sin más apoyo que el de su pequeña camarilla", explica Zizola, autor del libro Santità e potere. Dal Concilio a Benedetto XVI. El Vaticano visto dal interno. Filippo di Giacomo, sacerdote y periodista, 11 años de misionero en el Congo, hoy juez vicario en Roma, cree que la crisis que vive el Vaticano "refleja una enfermedad crónica desde hace siete siglos: su sistema de Gobierno no funciona ni es colegial". "La curia moderna es una maquinaria gigantesca, inoperante e inútil. Hay 35 cardenales en Roma. Están divididos en grupos, enfrentados, y se dedican a conspirar y a cooptar afines por los pasillos", señala Di Giacomo.
Se trata de una batalla en toda regla, en la que los bandos se mezclan y se confunden. La revuelta estalló con el perdón a los obispos lefebvrianos. Un grupo amplio de obispos y teólogos moderados y conciliares (alemanes, franceses y latinoamericanos, sobre todo), hartos de no ser tenidos en cuenta, hizo ver su descontento al Papa. En respuesta, éste reprendió a la curia por no actuar de forma "colegiada y ejemplar".
Zizola recuerda que Wojtyla intentó obviar una fractura que ya existía a base de carisma y comunicación. Su papado creció con la televisión y se convirtió en una especie de Show de Truman, la primera encíclica catódica: le vimos envejecer, derribar el muro de Berlín, sufrir atentados, viajar, besar los suelos del planeta varias veces, agonizar en directo. Pero tampoco él fue capaz de reformar el sistema de gobierno. "Prefirió escaparse de Roma y tapar la crisis de la Iglesia y el vacío de gobierno", dice Zizola.
Mientras Wojtyla viajaba, Ratzinger estudia y escribe. Mucho más aislado y a la defensiva, el Papa soporta mal que le lleven la contraria. Su carta a los obispos reveló que le disgusta sobre todo el desamor, la intriga, "el odio y la hostilidad". Su texto dibuja a una curia conspiradora, que aspira a mandar tanto o más que él, que mueve los hilos en la sombra, que filtra noticias, escondiendo la mano, para hacerse valer. La peculiar sensibilidad de Ratzinger es una parte del problema. ¿Se trata de un "pastor alemán" como tituló Il Manifesto cuando fue nombrado, o "un cordero en medio de los lobos", según la expresión del Evangelio de Mateo?
Di Giacomo despachó con él a menudo cuando dirigía la Congregación para la Doctrina de la Fe: "Le puedes decir cualquier cosa, siempre que no subas la voz. Si la elevabas medio tono, ponía su extraña sonrisa, cerraba el cuaderno y se marchaba. Delante de él no se puede ofender a nadie. Es un democristiano bávaro, y los democristianos bávaros son raros. Pueden tener ideas avanzadas, pero si los demás no les siguen, se asustan y frenan. Ratzinger es cualquier cosa menos un aventurero. Por eso se fue de la Universidad de Tubinga el día que se encontró a los estudiantes protestando tirados en el suelo. Es un monje, y nadie le ha dicho a tiempo que el mundo mediático no es un aula universitaria".
En un texto publicado por la revista religiosa Il Regno, Zizola ha recordado que en 1965 el obispo brasileño Helder Camara anunció al mundo durante el concilio la reforma de la monarquía pontificia, creando un senado compuesto por cardenales, patriarcas y obispos, elegidos por las conferencias episcopales, para ayudar al Papa en el gobierno y convocar cada 10 años un concilio ecuménico.
La reforma nunca se hizo. La curia, la corte púrpura, ese ente invisible y lujosamente vestido, cuyo poder sobrevive a los papas, jamás aceptó la democratización. Hoy, dentro de la curia, nadie se fía de nadie. Por un lado están los influyentes hombres "del servicio", como se autodenominan los diplomáticos de la secretaría de Estado que dirige Tarcisio Bertone, el único que despacha a diario con Ratzinger; por otro, los intelectuales orgánicos (periodistas, profesores, juristas, rectores...), unos papistas y muchos no; y luego está la variopinta macedonia cardenalicia y episcopal que dirige los dicasterios: nueve congregaciones, 11 consejos pontificios, tres tribunales, tres oficinas. "En los dicasterios están los casos piadosos", dice Filippo di Giacomo."Desde Pablo VI, el Papa que internacionalizó la curia y la llenó de excelencia con los mejores cerebros de ese tiempo, la decadencia del equipo de gobierno ha sido imparable. Wojtyla llegó a Roma en 1978 lleno de odio contra la curia, porque nadie escuchaba a los obispos del este de Europa, y se trajo a todos los fracasados, a los que no servían a las diócesis", cuenta Di Giacomo. "López Trujillo, Castrillón Hoyos, Martínez Somalo, Martino, Barragán, Milingo... Gente insignificante. Luego hizo obispo a su secretario, y le dijo: 'A estas bestias trátales tú".
¿Podrá este Papa más tímido aún apaciguar a ese rebaño de "gálatas que muerden y devoran"? Según Zizola, "el Papa trabajó durante el Concilio en la frontera de la renovación y sabe que el gran problema es la nula participación de los obispos en el gobierno de la Iglesia. Algunos cardenales recuerdan que los obispos eran consultados más a menudo en la época de Pío XII, antes del Concilio, que actualmente".
Cerca del Papa, coinciden Zizola y Di Giacomo, está el desierto. Cuatro monjas estadounidenses que dirigen el departamento informático y evitan que los hackers entren en la web. Su secretario, el guapo, alto y bávaro Georg Genswein, considerado un cero a la izquierda -"Es un cretino", afirma sin tapujos un miembro de la curia-. El portavoz, el amable jesuita Federico Lombardi, y sus dos ayudantes, que no dan abasto a apagar fuegos, y que según se dice serán sustituidos en junio.
Los hombres de confianza son aún menos. El cardenal alemán Lehman, que culpó del desastre Williamson a los mensajeros; Bertone, el secretario de Estado, que también dejará su sitio pronto por edad. Antonio Cañizares, prefecto de la estratégica, según la visión de Ratzinger, Congregación para el culto divino. Y el lituano Audrys Juozas Backis, que suena para sustituir a Bertone. Demasiado poco para un hombre de 81 años con una enorme carga de trabajo. "El grado de complejidad del cargo, con 1.100 millones de católicos, 6.000 obispos en activo, relaciones ecuménicas e interreligiosas, viajes, encíclicas, y relaciones de Estado, es insostenible para un hombre solo, inteligente como Ratzinger o carismático como Wojtyla", dice Zizola.
Por eso hay muchos obispos en guerra. Mientras Ratzinger salta de un pantano a otro, la iglesia moderada, progresista y conciliar no aguanta más. Según Zizola, el poder del Opus Dei, como en tiempos de Wojtyla y Navarro Valls, sigue siendo enorme. Di Giacomo no cree que sea tanto. Pero la máquina de enredar está en marcha. Con el perdón a los lefebvrianos, el Papa ha despreciado a las corrientes de signo opuesto, especialmente a la Teología de la Liberación, que él mismo frenó hace 25 años. Al fondo, se habla ya de un posible sustituto, el cardenal hondureño Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga. Pero eso lo decidirá la curia.
No se apaga el tam tam de los tambores. Tras su periplo africano y la encendida polémica sobre el sida y los preservativos, afirmar que Joseph Ratzinger es un papa cada vez más cuestionado es una obviedad. Fuera de la Iglesia, no cesan las críticas y los ataques. En Francia y Alemania, las encuestas entre católicos registran ya la palabra "dimisión", y Gobiernos, ciudadanos y ONG dejan ver su abierto descontento. Dentro del Vaticano, las cosas están igual. O peor. El Papa alemán fue elegido por los cardenales por su alta inteligencia. Pero, como dice el veterano vaticanista y escritor Giancarlo Zizola, "estos primeros cuatro años de papado sugieren que, por mucho que su inteligencia sea finísima, no le llega para gobernar la Iglesia".
"Ratzinger es un prisionero de la curia, vive en una especie de Aviñón en patria, alejado de los episcopados nacionales, sin más apoyo que el de su pequeña camarilla", explica Zizola, autor del libro Santità e potere. Dal Concilio a Benedetto XVI. El Vaticano visto dal interno. Filippo di Giacomo, sacerdote y periodista, 11 años de misionero en el Congo, hoy juez vicario en Roma, cree que la crisis que vive el Vaticano "refleja una enfermedad crónica desde hace siete siglos: su sistema de Gobierno no funciona ni es colegial". "La curia moderna es una maquinaria gigantesca, inoperante e inútil. Hay 35 cardenales en Roma. Están divididos en grupos, enfrentados, y se dedican a conspirar y a cooptar afines por los pasillos", señala Di Giacomo.
Se trata de una batalla en toda regla, en la que los bandos se mezclan y se confunden. La revuelta estalló con el perdón a los obispos lefebvrianos. Un grupo amplio de obispos y teólogos moderados y conciliares (alemanes, franceses y latinoamericanos, sobre todo), hartos de no ser tenidos en cuenta, hizo ver su descontento al Papa. En respuesta, éste reprendió a la curia por no actuar de forma "colegiada y ejemplar".
Zizola recuerda que Wojtyla intentó obviar una fractura que ya existía a base de carisma y comunicación. Su papado creció con la televisión y se convirtió en una especie de Show de Truman, la primera encíclica catódica: le vimos envejecer, derribar el muro de Berlín, sufrir atentados, viajar, besar los suelos del planeta varias veces, agonizar en directo. Pero tampoco él fue capaz de reformar el sistema de gobierno. "Prefirió escaparse de Roma y tapar la crisis de la Iglesia y el vacío de gobierno", dice Zizola.
Mientras Wojtyla viajaba, Ratzinger estudia y escribe. Mucho más aislado y a la defensiva, el Papa soporta mal que le lleven la contraria. Su carta a los obispos reveló que le disgusta sobre todo el desamor, la intriga, "el odio y la hostilidad". Su texto dibuja a una curia conspiradora, que aspira a mandar tanto o más que él, que mueve los hilos en la sombra, que filtra noticias, escondiendo la mano, para hacerse valer. La peculiar sensibilidad de Ratzinger es una parte del problema. ¿Se trata de un "pastor alemán" como tituló Il Manifesto cuando fue nombrado, o "un cordero en medio de los lobos", según la expresión del Evangelio de Mateo?
Di Giacomo despachó con él a menudo cuando dirigía la Congregación para la Doctrina de la Fe: "Le puedes decir cualquier cosa, siempre que no subas la voz. Si la elevabas medio tono, ponía su extraña sonrisa, cerraba el cuaderno y se marchaba. Delante de él no se puede ofender a nadie. Es un democristiano bávaro, y los democristianos bávaros son raros. Pueden tener ideas avanzadas, pero si los demás no les siguen, se asustan y frenan. Ratzinger es cualquier cosa menos un aventurero. Por eso se fue de la Universidad de Tubinga el día que se encontró a los estudiantes protestando tirados en el suelo. Es un monje, y nadie le ha dicho a tiempo que el mundo mediático no es un aula universitaria".
En un texto publicado por la revista religiosa Il Regno, Zizola ha recordado que en 1965 el obispo brasileño Helder Camara anunció al mundo durante el concilio la reforma de la monarquía pontificia, creando un senado compuesto por cardenales, patriarcas y obispos, elegidos por las conferencias episcopales, para ayudar al Papa en el gobierno y convocar cada 10 años un concilio ecuménico.
La reforma nunca se hizo. La curia, la corte púrpura, ese ente invisible y lujosamente vestido, cuyo poder sobrevive a los papas, jamás aceptó la democratización. Hoy, dentro de la curia, nadie se fía de nadie. Por un lado están los influyentes hombres "del servicio", como se autodenominan los diplomáticos de la secretaría de Estado que dirige Tarcisio Bertone, el único que despacha a diario con Ratzinger; por otro, los intelectuales orgánicos (periodistas, profesores, juristas, rectores...), unos papistas y muchos no; y luego está la variopinta macedonia cardenalicia y episcopal que dirige los dicasterios: nueve congregaciones, 11 consejos pontificios, tres tribunales, tres oficinas. "En los dicasterios están los casos piadosos", dice Filippo di Giacomo."Desde Pablo VI, el Papa que internacionalizó la curia y la llenó de excelencia con los mejores cerebros de ese tiempo, la decadencia del equipo de gobierno ha sido imparable. Wojtyla llegó a Roma en 1978 lleno de odio contra la curia, porque nadie escuchaba a los obispos del este de Europa, y se trajo a todos los fracasados, a los que no servían a las diócesis", cuenta Di Giacomo. "López Trujillo, Castrillón Hoyos, Martínez Somalo, Martino, Barragán, Milingo... Gente insignificante. Luego hizo obispo a su secretario, y le dijo: 'A estas bestias trátales tú".
¿Podrá este Papa más tímido aún apaciguar a ese rebaño de "gálatas que muerden y devoran"? Según Zizola, "el Papa trabajó durante el Concilio en la frontera de la renovación y sabe que el gran problema es la nula participación de los obispos en el gobierno de la Iglesia. Algunos cardenales recuerdan que los obispos eran consultados más a menudo en la época de Pío XII, antes del Concilio, que actualmente".
Cerca del Papa, coinciden Zizola y Di Giacomo, está el desierto. Cuatro monjas estadounidenses que dirigen el departamento informático y evitan que los hackers entren en la web. Su secretario, el guapo, alto y bávaro Georg Genswein, considerado un cero a la izquierda -"Es un cretino", afirma sin tapujos un miembro de la curia-. El portavoz, el amable jesuita Federico Lombardi, y sus dos ayudantes, que no dan abasto a apagar fuegos, y que según se dice serán sustituidos en junio.
Los hombres de confianza son aún menos. El cardenal alemán Lehman, que culpó del desastre Williamson a los mensajeros; Bertone, el secretario de Estado, que también dejará su sitio pronto por edad. Antonio Cañizares, prefecto de la estratégica, según la visión de Ratzinger, Congregación para el culto divino. Y el lituano Audrys Juozas Backis, que suena para sustituir a Bertone. Demasiado poco para un hombre de 81 años con una enorme carga de trabajo. "El grado de complejidad del cargo, con 1.100 millones de católicos, 6.000 obispos en activo, relaciones ecuménicas e interreligiosas, viajes, encíclicas, y relaciones de Estado, es insostenible para un hombre solo, inteligente como Ratzinger o carismático como Wojtyla", dice Zizola.
Por eso hay muchos obispos en guerra. Mientras Ratzinger salta de un pantano a otro, la iglesia moderada, progresista y conciliar no aguanta más. Según Zizola, el poder del Opus Dei, como en tiempos de Wojtyla y Navarro Valls, sigue siendo enorme. Di Giacomo no cree que sea tanto. Pero la máquina de enredar está en marcha. Con el perdón a los lefebvrianos, el Papa ha despreciado a las corrientes de signo opuesto, especialmente a la Teología de la Liberación, que él mismo frenó hace 25 años. Al fondo, se habla ya de un posible sustituto, el cardenal hondureño Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga. Pero eso lo decidirá la curia.
jueves, 11 de marzo de 2010
los niños de san judas
Basado en hechos reales, Los niños de San Judas es la historia del valor de un hombre para erigirse y luchar contra el duro régimen fascista en un reformatorio irlandés de chicos en 1939. La historia de William Frankliln, es un poderoso y dramático viaje, de las destruidas calles de Madrid durante la Guerra civil española a las paredes limitadas de un reformatorio. Es la creencia de un hombre de que él puede marcar la diferencia.
La pasividad del Vaticano ante los curas pederastas
Quienes abusan de menores no son investigados, sino trasladados de parroquia
Cada cierto tiempo salen a la luz casos de sacerdotes que abusan sexualmente de menores y que son castigados por la justicia. Sin embargo, la mayoría de estos pederastas quedan impunes y reciben la protección de la Iglesia, que obstaculiza las investigaciones policiales y prefiere ocultar los casos a denunciarlos y hacer justicia. Un documental de la BBC explica como gracias a un decreto del Vaticano, los casos de pederastia en el seno de la Iglesia son silenciados sin que trascienda un crimen tan despreciable.
A través de internet circula estos días un duro documental que explica como la Iglesia católica, a través de las órdenes expresas del Vaticano, ha venido silenciando los casos de pederastia entre sus sacerdotes, preocupándose más de ocultar estos delitos que de ofrecer apoyo a las víctimas y denunciar los abusos para evitar que se repitan.
Fenómeno "endémico" El documental, de unos cuarenta minutos de duración, se centra en casos sucedidos en Irlanda, Estados Unidos y Brasil, aunque recuerda que la pederastia es un fenómeno “endémico” dentro de la Iglesia, es decir, que en todas sus diócesis se dan porcentajes similares de casos de abusos a menores. Lo preocupante, tal como se presenta en el vídeo, es que cuando se descubre uno de estos casos no se investiga sino que, por lo general, se traslada a los sacerdotes de diócesis en diócesis.
"Desprecio por las víctimas" En el programa, en el que se recogen testimonios de víctimas, opiniones de abogados y expertos, e incluso las palabras de algunos de estos sacerdotes pederastas, se afirma que la Iglesia muestra un “total desprecio por las víctimas”, puesto que, al ocultar los casos de pederastia, fomenta que aparezcan nuevos casos en las parroquias donde son trasladados.
Silencio o excomunión Por otra parte, el documental explica la norma por la que se rige el Vaticano para tratar a los curas pederastas: se trata del Acto de soliciatación, un documento emitido en secreto por el Vaticano, por el propio Ratzinger durante su época al frente de la comisión para la Doctrina de la Fe. El documento, indicaba como actuar ante actos de pederastia, e incluía un juramento de silencio de las víctimas, los testigos y el propio delincuente bajo pena de excomunión.
"Que no se descubra al cura pederasta" Este texto fue sustituido por otro similar en 2005 por el que el Vaticano asumía la competencia exclusiva en estos casos, por lo que todos los expedientes de pederastia deben pasar por Roma. Aún así, muchos curas que han practicado este tipo de avisos en otros países, acaban refugiándose en el Vaticano, que considera un “éxito”, según el documental, que “un caso de pederastia no se descubra”.
La pura hipocresia, reina en la iglesia, se condena más a un sacerdote que se enamora y se casa que a un delincuente y asqueroso violador de niños.
Cada cierto tiempo salen a la luz casos de sacerdotes que abusan sexualmente de menores y que son castigados por la justicia. Sin embargo, la mayoría de estos pederastas quedan impunes y reciben la protección de la Iglesia, que obstaculiza las investigaciones policiales y prefiere ocultar los casos a denunciarlos y hacer justicia. Un documental de la BBC explica como gracias a un decreto del Vaticano, los casos de pederastia en el seno de la Iglesia son silenciados sin que trascienda un crimen tan despreciable.
A través de internet circula estos días un duro documental que explica como la Iglesia católica, a través de las órdenes expresas del Vaticano, ha venido silenciando los casos de pederastia entre sus sacerdotes, preocupándose más de ocultar estos delitos que de ofrecer apoyo a las víctimas y denunciar los abusos para evitar que se repitan.
Fenómeno "endémico" El documental, de unos cuarenta minutos de duración, se centra en casos sucedidos en Irlanda, Estados Unidos y Brasil, aunque recuerda que la pederastia es un fenómeno “endémico” dentro de la Iglesia, es decir, que en todas sus diócesis se dan porcentajes similares de casos de abusos a menores. Lo preocupante, tal como se presenta en el vídeo, es que cuando se descubre uno de estos casos no se investiga sino que, por lo general, se traslada a los sacerdotes de diócesis en diócesis.
"Desprecio por las víctimas" En el programa, en el que se recogen testimonios de víctimas, opiniones de abogados y expertos, e incluso las palabras de algunos de estos sacerdotes pederastas, se afirma que la Iglesia muestra un “total desprecio por las víctimas”, puesto que, al ocultar los casos de pederastia, fomenta que aparezcan nuevos casos en las parroquias donde son trasladados.
Silencio o excomunión Por otra parte, el documental explica la norma por la que se rige el Vaticano para tratar a los curas pederastas: se trata del Acto de soliciatación, un documento emitido en secreto por el Vaticano, por el propio Ratzinger durante su época al frente de la comisión para la Doctrina de la Fe. El documento, indicaba como actuar ante actos de pederastia, e incluía un juramento de silencio de las víctimas, los testigos y el propio delincuente bajo pena de excomunión.
"Que no se descubra al cura pederasta" Este texto fue sustituido por otro similar en 2005 por el que el Vaticano asumía la competencia exclusiva en estos casos, por lo que todos los expedientes de pederastia deben pasar por Roma. Aún así, muchos curas que han practicado este tipo de avisos en otros países, acaban refugiándose en el Vaticano, que considera un “éxito”, según el documental, que “un caso de pederastia no se descubra”.
La pura hipocresia, reina en la iglesia, se condena más a un sacerdote que se enamora y se casa que a un delincuente y asqueroso violador de niños.
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pederastia pasividad vaticano
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